Durante mi experiencia como misionera con Tribus Indígenas en Colombia, conocí muchas historias de misioneros en diferentes campos y países, pero la siguiente historia, fue completamente nueva para mi, espero que también les pueda sorprender y les hable a su corazón.
En Northampton, Massachusetts, se encuentra un viejo cementerio donde David Brainerd esta enterrado, el fue un americano quien comenzó la obra misionera entre los indígenas, murió en 1747 a la edad de 29 años, después de sufrir tuberculosis.
Su tumba está al lado de Jerusha Edwards, la hija de Jonathan Edwards, un teólogo devoto, reconocido en aquellos tiempos. Brainerd amaba a Jerusha y ellos estaban comprometidos para casarse pero él no vivió hasta el día del matrimonio.
Imagínese todas las esperanzas, sueños expectativas por la causa de Cristo enterrados en aquella tumba, con el cuerpo inerte de este joven misionero, que para ese momento, solo su recuerdo quedaría en la memoria de varias docenas de indígenas convertidos a través de su obra misionera, ellos serian su corona.
Jonathan Edwards, fue un predicador, teólogo y misionero a los indígenas americanos, despertó el fuego del Renacimiento en su Iglesia en Northampton, Massachusetts, escritor de varios libros clásicos contemporáneos de la literatura americana, fue parte de la organización “el primer gran despertamiento” y llego a ser presidente de la Universidad de New Jersey, hoy llamada Princeton University.
Jonathan Edwards tenía la esperanza de llamar a Brainerd, su hijo, en su memoria escribió “La vida de David Brainerd”, que relata la historia de su corta vida en un pequeño libro. El libro tomó alas, voló a través del océano y llegó al escritorio de un estudiante de Cambridge llamado Henry Martyn.
¡Pobre Henry Martyn! A pesar de su gran educación, ser un estudiante brillante y tener un gran futuro de grandes oportunidades, después de leer el pequeño libro sobre la corta vida de David Brainerd, echo su vida por la borda.
Con la visión en su mente de la obra misionera, dejo sus estudios y abandono su casa en 1812 prosiguiendo sus sueños de convertirse en un gran misionero, pero su débil salud no resistió ir tan lejos al norte de la ciudad de Tokat, Turquía, cerca del mar negro, y cayó muerto a la sombra de una pila de alforjas , pasando del frio extremo a una ardiente fiebre, a la edad de 31 años.
Cual fue el propósito de estas aparentemente desperdiciadas vidas? Desde la tumba del joven David Brainerd y la solitaria tumba de Henry Martyn, cerca a las orillas del mar negro, ha sido levantado un poderoso ejército de misioneros modernos.
Esta es una bella imagen del sacrificio. Si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, no se convertirá en una planta que produzca muchos granos mas, el ejemplo de misioneros como David y Henry inspiraron a cientos de otros misioneros en el siglo 19, a pesar de su cortas vidas, su ejemplo nos ensena fidelidad, convicción y disposicion porque estuvieron dispuestos a entregar sus vidas por la causa de Cristo, Dios quiere que renunciemos a nosotros mismos y que vivamos solo para El.
¿Quieres tu unirte a ese poderoso ejercito de misioneros que convencidos, salvados y redimidos están sirviendo alrededor de el mundo por la causa de Jesucristo?
Querido Padre Celestial, permite que mi vida sea una evidencia de tu Gracia y usame para ser un buen soldado de tu Ejercito, llevando con dignidad tu Nombre en Alto, tomame entre tus manos y guiame para dar testimonio de ti donde quiera que vaya.
ke impactante historia
ResponderEliminarGracias por tu comentario siempre las historias dejan un sinsabor en nuestras mentes y nuestros corazones, aun existen misioneros dispuestos a entregar sus vidas por la causa de Jesucristo, algun dia ya muy lejano Dios me dio el privilegio de pertenecer a este selecto grupo esun privilegio servir al rey de Reyes Senor de Senores
ResponderEliminarJenny que sorpresa leer tu blog, mi nombre es Ricardo Madero, supe lo de tus padres y usted misma expresa este inmenso dolor atra vez de este blog y la verdad que admiro la manera como Dios te esta ayudando a sanar tus memorias. Saludos y Recuerdos.
ResponderEliminarRicardo
Que sacrificio mas grande de valentia entregarse por llevar la palabra que aunque no la veamos germinar en el momento con el tiempo dara su mejor fruto , muy linda historia jenny me gustaria leer lo de tus padres Dios te bendiga desde El Salvador con mucho amor una aspirante a misionera lili rood
ResponderEliminar