martes, 13 de julio de 2010

Cuando las fuentes de agua son inagotables

“Y aconteció que cuando la llevaba, él la persuadió que pidiese a su padre tierras para labrar. Ella entonces se bajo del asno. Y Caleb le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Concédeme un don; puesto que me has dado la tierra del Neguev, dame también fuentes de aguas. El entonces le dio las fuentes de arriba, y las de abajo.” Josué 15: 18-19

La semana pasada junto con mi esposo visitamos un lugar muy hermoso llamado “Rock Island Park”, cuyo mayor atractivo es “The Great falls lake” o el lago de las grandes caídas, son fuentes de agua, cascadas de agua, como manantiales, que nacen en las montañas y caen con fuerza, con holgura, sobre las rocas lisas que rodean las montañas.
El lago de las grandes caídas, son una majestuosidad al verlas, demuestran en sí mismas la abundancia de la gracia de Dios, y aunque las fuentes de agua, caen fuerte y abundantemente, el lago no se llena; pero refresca, humedece y vivifica todo lugar en lo bajo de la montaña que esta árido, estéril, sin vida, casi desierto, en esta misma condición quedo mi vida con la muerte repentina de mis padres y solo estas fuentes de agua que provienen de lo alto , estas fuentes de arriba son las que me refrescan cada día mi vida, enseñándome a depender solo de Él, y reconocer que siempre la provisión viene de la alto y sus aguas nunca escasean.
Siempre están ambas “las fuentes de arriba y las de abajo” en la vida. Ellas son fuentes vivas, aguas que corren, no aguas estancadas. Ellas son las bendiciones y las pruebas. Unas son las que fluyen desde arriba del cielo con sus estruendosas aguas, que caen con fuerza, humedecen y rocían y las otras son las que reciben la provisión, son las fuentes de abajo, los veranos sofocantes de calor y los mas estériles desiertos de tristeza, dolor y pruebas.
En la tierra perteneciente a Acsa, sus fuentes de abajo estaban en el Neguev bajo un resecado sol y era muchas veces quemada por el ardiente calor. Pero sus fuentes de arriba provenían desde los altos cerros con sus inagotables fuentes que enfriaban, refrescaban y fertilizaban toda la tierra.
Las fuentes de abajo son los momentos de escases, tiempos de dificultad, los lugares desiertos, los lugares solitarios y aun los más ordinarios lugares de la vida, donde las fuentes de arriba pueden humedecer, rociar, refrescar, vitalizar, y dar de nuevo vida.
No importa cuál pueda ser tu situación, si has enfrentado la perdida, el dolor o la muerte, o aun no, recuerda siempre que las fuentes de arriba provienen de lo alto, y aunque estemos cansados y abatidos, en medio del desierto, sin fuerzas, estas fuentes siempre pueden ser encontradas.
Abraham las encontró en los Montes de Canaán. Moisés las encontró en medio de las Rocas de Madian. David las encontró en medio de las Cenizas de Ziklag, cuando su casa fue quemada y su familia fue llevada cautiva “Y David se angustió mucho…el pueblo hablaba de apedrearlo…mas David se fortaleció en Jehová su Dios” (1 Samuel 30. 6)

Isaías las encontró en los terribles días cuando el Rey Senaquerib de Asiria invadió Judá, cuando las montañas por sí mismas parecían arrojarse a la mitad del océano. Todavía por su fe podía cantar:
“Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida.” Salmo 46:4-5
Cada uno de nosotros hemos experimentado las fuentes de abajo cuando hemos llegado ante El sedientos, cansados, sin fuerzas, conscientes de que nuestra necesidad de Dios es mayor que de cualquier otra cosa en el mundo, El siempre será nuestra fuente de arriba, de provisión continua y bendición inagotable, y sus aguas nunca escasean porque Él es el Consolador de nuestras vidas, y El Único que puede restaurar los corazones rotos. Les animo a que podamos decir como el Rey David: “Todas mis fuentes están en ti” Salmos 87.7


Padre Eterno, gracias por traer a mi vida fuentes de prueba y bendición, por refrescar mi corazón sediento cada día, llena el vacío profundo de mi corazón y mi alma, y ayúdame a descansar en ti y refugiarme en tus amorosos brazos.