sábado, 18 de septiembre de 2010

Cuando el duelo se convierte en un largo viaje

Uno de los libros más interesantes que ha llegado a mis manos ha sido “finding God” o “encontrando a Dios”, cuyo autor es un famoso conferencista a nivel internacional, el Dr. Larry Crabb, Pastor, maestro bíblico y escritor de libros inspiradores tales como “Sueños Frustrados”, “Hombres y mujeres, gozando la diferencia”, y “el lugar más seguro sobre la tierra”, entre otros.


El Dr. Larry Crabb es el fundador del ministerio “Nuevas Sendas”, que ha revolucionado al cristianismo con respecto a vida, pensamientos y relaciones de unos con otros. Y además es uno de los expertos que comparten acerca del proceso del duelo en el libro “Grief Share” o” Compartiendo el duelo” que se utiliza como herramienta en el grupo de apoyo donde estuve participando al enfrentar la perdida de mis padres.

El proceso del duelo es un largo viaje que a veces se prolonga más de lo que nosotros nos hubiéramos imaginado, a veces podemos sentir que en vez de avanzar, retrocedemos, y debemos aprender a ir paso a paso a través de este largo viaje, y no correr durante el proceso; porque lo que sentimos no solo es normal sino necesario.

“Han sido siete años y yo todavía estoy experimentando el duelo”, dice El Dr. Larry Crabb, quien perdió a su hermano en un accidente de avión “Yo no sé si es “santo” admitirlo, pero cuando alguno me dice: “Bien, ha pasado una semana, un mes, un año— pero Larry, ya para ti han pasado siete años , y aun no controlas la perdida de tu hermano, ¿Donde está tu fe en Cristo, por amor de Dios? Y yo verdaderamente me enojo.

Entre las frases que más a menudo se repiten acerca del sufrimiento, están la de que “el tiempo sana todas las heridas” o “ya se te pasara”. El tiempo pasa, pero no sana, porque cuando experimentamos heridas del corazón, el alma y la mente, sentimos la sensación que nos han abierto el corazón a la fuerza.

La sanación es un proceso activo y no pasivo, porque no sucede por sí mismo y requiere de nuestra participación en el proceso, ocurre como un regalo que nos damos a nosotros mismos en el momento en que decidimos mantenernos “abiertos” a lo que nos ha quebrantado, debemos relajarnos y permitir que el dolor este presente y no luchar contra el dolor sino aprender de él.

Dios quien nos conoce profundamente, en nuestra personalidad, relaciones y aun permite experiencias dolorosas en nuestra vida, nos sostiene en tiempos de aflicción y dolor, tal como lo hizo con el Rey David cuando enfrentaba uno de los momentos más oscuros de su vida cuando exclamo:

“Ten misericordia de mi, Oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname, Oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Mi alma también está muy turbada; y tu, Jehová, ¿Hasta cuándo? Vuélvete, Oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia”. Salmos 6:2-4

Este es uno de los salmos donde el Rey David reconoce humildemente su dolor , es sincero con Dios y vuelca su corazón con lagrimas hacia el Único que nos conoce profundamente y quiere lo mejor para nosotros, porque solo hasta que lleguemos a nuestro verdadero hogar el “cielo” seremos librados del dolor en nuestras vidas para siempre.


Soberano Padre, se que yo no puedo determinar mi tiempo de duelo, pero si puedo depender de tu amor y de tu apoyo durante los momentos donde más experimento la ausencia y la soledad, sigue siendo mi Consolador en todo tiempo en mi vida.

jueves, 9 de septiembre de 2010

fortaleciendo los músculos del alma durante el duelo

“Pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas…” 1 Samuel 30.6


Cuando David y sus hombres regresaron a Siclag, los amalecitas los habían invadido y prendiéndole fuego a la ciudad, se había llevado cautivas a las mujeres y sus hijos, entonces David y los que estaban con él alzaron su voz y lloraron hasta que se quedaron sin fuerzas.
David y sus soldados estaban experimentando en carne propia el dolor y la pérdida de sus seres queridos, porque se enfrentaban en sus propias almas al verdadero significado de la muerte.
Imagínese la escena, ver estos hombres aguerridos, hombres de batalla, de lucha expresando públicamente su dolor y su pena interior, llorando, gritando, y con el alma en pena, sin importarles las criticas o el qué dirán, muy contrario a lo que nuestra cultura nos grita de callar y ocultar el dolor.
Aunque en nuestra sociedad, el más fuerte y potente mensaje que se escucha acerca de duelo y perdida de nuestros seres queridos, es obviar cualquier sentimiento o manifestación pública del dolor, evitar pensar o hablar del tema hasta que absolutamente se viva.
Igualmente se promueve, que debemos enterrar con una pesada carga de tierra en nuestras mentes subconscientes toda clase de emociones, sentimientos o expresiones de dolor, como algo peligroso o material toxico.
Ahora bien el duelo con su inseparable compañera la perdida, se asocia con otros temas que no son fáciles ni comunes para conversar ya que producen vergüenza y deben mantenerse escondidos como son sexo, edad, divorcio, dinero, y que son considerados” tabú” en nuestra sociedad.
Tal cual como ejercitamos los músculos del cuerpo para estar en forma y ser saludables, así mismo debemos ejercitar nuestros músculos del alma, y aprender a levantar “pesas ligeras” de sentimientos de perdida que nos trae la vida cotidiana, como son, perder una posición o trabajo, perder una amistad, perder alguna joya o inclusive perder una cita importante.
A través de las anteriores situaciones podemos conocer cuáles son nuestros puntos fuertes o débiles, examinar nuestros temores y resistencias y detectar áreas o aspectos en los cuales hemos sido heridos para sanar a tiempo antes que nos toque alzar “pesas pesadas”, como es el enfrentar peligrosas cirugías, una enfermedad terminal, e incluso la muerte misma.
Para fortalecer los músculos del alma sobre los cuales nos apoyamos ante la pérdida de nuestros seres queridos, requerimos de una fuerza sobrenatural que viene directamente de nuestro Dios todopoderoso. Apoyémonos y fortalezcamos en Dios como lo hizo David.

“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo…mas David se fortaleció en Jehová su Dios” 1 Samuel 30.6

Al enfrentarse a la tragedia de haber perdido a sus familias, los soldados de David comenzaron a volverse contra él e incluso hasta llegaron a hablar de matarlo. Pero David encontró su fortaleza en Dios, en la única fuente de apoyo y sostén en tiempos de angustia.

“En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Salmo 56.4

La gente puede hacernos daño y causarnos mucho dolor, sufrimiento y llevarnos hasta enfrentar la muerte misma. Podrán matar nuestros cuerpos pero nunca nuestras almas, porque son eternas y nuestro futuro ya está asegurado en Dios eternamente.

“Un árbol con fuertes raíces puede soportar una severa tormenta, pero ningún árbol puede pretender que sus raíces se hagan fuertes en el momento mismo cuando la tormenta ya viene”.


Querido padre Celestial enséñame cada día a llevar la carga que tú me has encomendado, y ayúdame a ejercitar los músculos del alma para enfrentar la perdida de mis seres queridos con gracia y honor, sigue siendo mi apoyo y fortaleza en todo tiempo.