domingo, 17 de julio de 2011

“El cedro del Líbano una ilustración de eternidad”

“Lo que yo hago, tu no lo entiendes ahora; mas lo entenderás después” Juan 13.7

En esta vida nosotros tenemos una visión incompleta de las maneras que Dios usa para tratar con nuestras vidas, observando el plan divino solo alcanzaremos a entender la mitad de sus propósitos para con nosotros y aunque miremos su plan este ha sido cumplido insuficientemente y poco desarrollado. 
 
En cierta manera nuestra vida es algo así como un tronco de cedro, ese que ha crecido en las montañas del Líbano y que desde el reinado del gran rey Salomón se ha levantado majestuoso, siendo el orgullo de todos los arboles por que ha estado luchando durante muchos años contra los vientos fríos del norte; el sol del verano lo hace brillar y durante la noche las gotas de roció caen sobre sus suaves hojas, los pájaros hacen sus nidos en sus ramas y tanto los viajeros cansados como los pastores descansan bajo su sombra del intenso calor del mediodía y también toman refugio de las enfurecidas tormentas.

Aunque se ve majestuoso e indestructible este viejo habitante del bosque también cae víctima de los leñadores, que con sus hachas lo destruyen, sus hojas son arrancadas de sus ramas, y el árbol frondoso cae, golpeándose contra el piso.

“Aúlla, Oh ciprés, porque el cedro cayó, porque los arboles magníficos son derribados” Zacarías 11.2

La desenfrenada destrucción de los leñadores ha hecho demolición de este orgullo pilar del bosque, el “árbol de cedro” o “árbol de Dios” como ha sido conocido, y aunque nos cause tristeza y enojo a la vez, con el tiempo podremos entender esos propósitos altos y sublimes del creador.

Los cedros derribados han sido destinados para hacer de ellos lugares gloriosos, ser joyas en las diademas del Todopoderoso Rey son “la corona joya del Líbano”, que fue cortada, removida del bosque, y de ser tronco de cedro paso a ser “una silla noble de honor.”

“La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera” Hageo 2.9

Muchas de nosotros somos como esos” cedros antiguos” que con el hacha de los problemas, hemos sido derribados por El Dios del cielo, cortados con su preciosa mano, y aunque no podemos ver la razón de tanto dolor y de tan difíciles circunstancias, EL tiene una noble meta y un propósito en mente a ponerlos a ser de larga vida como pilares y vigas en la Sion Celestial.

“Llegaras a ser una corona de esplendor en la mano de Jehová, una diadema real en la mano de tu Dios” Isaías 62.3

Solamente cuando estemos allí frente a la presencia de nuestro Dios viéndole cara a cara y contemplando la magnificencia del templo de Dios podremos tener la perspectiva correcta y podremos ver todas las cosas amoldándose graciosamente juntas.

Que hermosas promesas que Dios nos ha dejado en su palabra, podemos disfrutar la eternidad desde ahora, tomando la perspectiva del lente de Dios en nuestras adversidades, entregando nuestras cargas, descansando en sus eternos brazos y deleitándonos ante su majestad y su gloria, porque un día vamos a brillar en sus manos y ser coronas reales en el Templo de nuestro Dios; por esto brindemos con nuestro corazón alabanza al Dios de los Cielos, El Eterno, El Rey de Reyes y Señor de Señores;
“A EL sea la Gloria y Alabanza por los siglos de los siglos.”


Querido Padre Celestial se que las cargas de este lugar un día serán quitadas para siempre y veremos todas tus promesas acerca de la eternidad cumplidas al ver a nuestro Señor Salvador Jesucristo Cara a Cara y poder tocar las cicatrices que nos rescataron.