sábado, 1 de octubre de 2011

Ponga su esperanza en Dios

La ley de "esperar" rige en gran parte del universo,  por ejemplo en una sala de operaciones laborar demasiado rápido, con demasiada cantidad, demasiado poco o demasiado tarde podría ser una tragedia.

 En el  tiempo de guerra  atacar en el momento equivocado podría costar la batalla o en un maratón correr sin haber entrenado lo suficiente podría ser un fracaso;  comer un pastel a medio hornear   o recoger la cosecha antes de tiempo siempre traerá consecuencias negativas.
Tal como el “esperar” rige en todos los estamentos de la vida,  en tiempos de  necesidad, dificultades y problemas  el  ejercitar la fe y la paciencia es algo más que imprescindible para enfrentar la adversidad.
 “Espera en Dios”  Sal.43.5
Nunca habrá un tiempo cuando nosotros no podemos esperar en Dios cualquiera que sea nuestra necesidad o en la más grande dificultad que enfrentemos, cuando nuestra situación parece imposible nuestro trabajo es “esperar en Dios”.
 Nuestro trabajo es dejar nuestras peticiones ante el padre y con la simplicidad de un niño derramar nuestros  corazones ante El,  depositar ante el  trono del padre nuestro  clamor,  tristeza, lágrimas,  es  liberar nuestra alma.
“Esperar” en el Señor no significa quedarnos paralizados ya que Dios tiene un plan concreto con nuestra vida.  Tómese del escudo de la fe que  es un ancla fuerte que nos sostiene firmes cuando los vientos de la tormenta emocional nos golpean.
Dios siempre tiene un bien mayor en mente, muchas veces nuestra compresión espiritual es muy limitada, pero El lo ve todo, y El desea que nosotros pasemos  por el tamiz de su voluntad, su propósito, su plan.
Nuestra “espera” nunca será en vano ya que en el tiempo perfecto de Dios vendrá la respuesta a nuestra petición según su voluntad, y  sus ilimitados recursos  siempre estarán  disponibles.
“Esperar” no significa estar ociosos, simplemente es hacer una pausa, no actuar hasta recibir instrucciones  claras;  requiere valor,  demanda paciencia y exige confianza, es  mantenerse firme contra la presión de los demás,  y en silencio aprender la más difícil de las lecciones.
Y cuando llegue el tiempo preciso y perfecto a los ojos de Dios avance  con osadía, confianza, valor, fuerza y absoluta seguridad de que El  cumplirá su palabra en su tiempo, a su manera y en su hora.
El tiene un plan y diseño para nuestras vidas que se ajusta perfectamente a cada sufrimiento, cada dolor y cada problema que enfrentamos.
No importa que dolor, prueba o tragedia se le presente en el camino, regocíjese de que nuestro padre celestial siempre  estará allí para asegurarse de que  todo obre para su bien, sin importar que suceda.

Querido Padre Celestial   gracias por las pruebas y las bendiciones que envías a mi vida, sigue proveyéndome de tu gracia y tu misericordia para aguantar bajo la presión que viene de la prueba, la tragedia y la perdida.