miércoles, 31 de agosto de 2011

El suave toque de las manos del maestro

Allí estaba el viejo violín  lleno de polvo,  se veía maltratado, marcado por el tiempo, como si  hubiera sido olvidado por su dueño, y parecía sin valor.

El dueño de la subasta  tomo el viejo violín para rematarlo,  no quería invertir demasiado tiempo  ni tampoco estaba dispuesto a demandar una gran cantidad por el  pero  finalmente, comenzó  a hacer oferta  desde 10, 20 y luego 25, pero nadie ofreció nada.
 De repente del fondo del lugar de la subasta, llego un hombre de cabello cano y  piel  ajada por el tiempo, haciendo  una venia se inclino ante el público,  tomo el viejo violín, sacudió el polvo  que había sobre este,  le afino las cuerdas y empezó a tocarlo.   Fue así como de ese instrumento sin valor ni significado se escucho una dulce y hermosa melodía, tan dulce como la voz de un ángel;   El publico quedo inmerso, asombrado y admirado por lo que habían escuchado, el hombre que toco el violín se inclino,  de regreso ante el público, hizo otra venia y se despidió, desapareciéndose en medio de la multitud.

Nuevamente el subastador, comenzó  el remate del viejo violín, aumentando su valor y  sonriendo dijo:   Este ha sido “tocado por las manos del maestro “  Y ahora vale más de un millón de dólares.
Cuando la vida se torna difícil, cuando nuestras circunstancias cambian, en los momentos de dolor, en los tiempos de angustia, pruebas, en momentos de perdida, cuando enfrentamos la muerte de nuestros seres amados, y nos vemos  frente a una realidad que nunca nos imaginamos que sucedería,  nuestras vidas quedan fuera de tono, desafinadas, sin color y devaluadas  es entonces cuando   necesitamos  ser tocados por  las manos del maestro y clamarle :

 “Invócame en el día de la angustia; te librare y tú me honraras”    Salmo 50.15
No olvidemos que Dios es omnisciente y que El ve el final desde el principio y sabe exactamente que saldrá de nuestros dolores  y perdidas, aunque no entendamos las razones debemos confiar en que El hará lo mejor en nosotros,  sin importar como se vean las circunstancias a nuestro alrededor,  Dios conoce el curso de acción en cada situación y  solo beneficiara a sus hijos.

Es así como en esos momentos de prueba y dolor, El está obrando de manera que desconocemos para darnos alivio y esperanza en medio de cada dificultad, por eso confiemos que El nos dará siempre lo mejor, porque El nos creo y nos conoce completamente.
Amados lectores,  dejemos  que  aun en las circunstancias más difíciles nuestras vidas  sean tocadas por las manos del maestro y permitamos que su toque sea  el bálsamo en nuestras desafinadas vidas, para  así obtener   la paz y la serenidad.   Dios es soberano, omnisciente y amoroso y nada puede tocarnos excepto lo que El permita además  tiene un propósito para cada situación en que nos encontramos, con Dios no hay coincidencias ni casualidades siempre habrán propósitos, porque Él es el arquitecto detrás de toda bendición  o prueba  que se nos presente.

Querido padre celestial  gracias por  el toque de tu mano sobre mi vida, por cada circunstancia adversa que tú has permitido para mí y por enséname a confiar en ti en cualquiera que sea mi situación.  

sábado, 20 de agosto de 2011

El efecto de la ira y la amargura

Cuando la vida nos enfrenta a circunstancias difíciles,  situación de pérdida, muerte,  aflicción, heridas, dolores profundos,  podemos reaccionar en forma negativa convirtiéndonos en   “personas amargadas” o por el contrario verlo positivamente permitiendo que la prueba nos haga  “mejores personas”.

  Aun las circunstancias más difíciles que enfrentemos, tanto el enojo como la amargura estarán presentes, generando inestabilidad emocional,  física  y espiritual.  Con el presente escrito pretendo mostrarles como estos dos aspectos tanto la ira como la amargura, producen un efecto devastador en nuestras vidas cuando permitimos su control.

 Cada uno de nosotros tenemos  una elección para hacer acerca del  enojo o la amargura, podemos  dejar que  tomen control  y permitirles ser nuestros maestros o podemos tratar con ellos  y crecer en fortaleza espiritual y sanidad.

Experimentar “enojo” es un sentimiento legitimó, no es equivocado sentirlo, pero si podemos elegir como reaccionar ante él, cuando permitimos que el “enojo”  afecte nuestra  vida y la de los demás  a nuestro alrededor, sin darnos cuenta estamos experimentando “amargura”.   Según  el Dr. Tim Clinton,  Autor y Presidente de la Asociación Americana de Consejeros Cristianos. “La amargura es la acumulación de enojos durante las etapas de la vida”

 La amargura impide estar disponible a recibir el regalo de la Gracia de Dios, así como una raíz pequeña  crece hasta convertirse en un gran árbol;  la “amargura” trae consigo celos, disensiones e inmoralidad.  Cuando el Espíritu Santo llena nuestra vida, puede sanar todas las heridas y dolores profundos que causa la amargura.  

La amargura  podría brotar  en nuestro corazón y  esparcirse  dañando nuestras más profundas relaciones cristianas.  La perspectiva sobre la gente y la vida puede llegar a ser envenenada por la amargura. Y esta nunca produce nada agradable ni correcto.  Nunca satisface su corazón y podría siempre bloquear su viaje a través del duelo y el dolor.  Vea la amargura como su enemigo y aléjese pronto de ella. 
“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe y por ella muchos sean contaminados”    Hebreos  12.15
La “raíz de amargura” toma control cuando alimentamos rencores por heridas pasadas o permitimos que los desacuerdos crezcan hasta volverse resentimiento.

El desafío para nosotros hoy  es dejarnos moldear en las manos del alfarero y  permitir que Dios mande su lluvia,  sane nuestras heridas,  nos  fortalezca  y nos  haga  más  efectivos, instrumentos útiles en su obra, renovados, perdonados y libres. 


Querido Padre Celestial  se que las pruebas de aflicción que tu permites en mi vida tienen un propósito alto y sublime, permíteme estar disponible en tus manos y  libera mi alma de todo aquello que estorbe el servirte.