domingo, 20 de marzo de 2011

El Aceite del Amor y la Compasion

“Como pueblo escogido de Dios…vístanse de bondad” Col.312

Cuando atravesaba los primeros tiempos de doloroso duelo, después del asesinato de mis amados padres, recibí la consolación de parte de amigos y conocidos; ellos la expresaban de diferentes maneras, algunos con palabras, través de una llamada, otros citando pasajes bíblicos que me animaban a pensar que el sufrimiento y el dolor pertenecían a este mundo pero que ellos ahora estaban en el cielo; otros manifestaron su consolación con hechos , como el regalo de una hermosa planta, tarjetas con hermosos mensajes, pero nunca olvidare a una mujer americana llamada Ms Lynn.

La señora Lynn, ella llego a mi hogar con una comida cuidadosamente preparada y con la delicadeza y dulzura que la caracteriza, la puso sobre mi mesa y nos invito a comer, sin pronunciar palabras, sin consejos, sin citar textos bíblicos, nos demostró su amor y toco nuestras vidas para siempre, ella suavizo con sus hechos y sus palabras el momento más difícil de mi vida.

Durante el trascurso de nuestra vida son muchas las personas que llegamos a conocer, pero son muy pocas las que impactan nuestra vida y las que permanecen en nuestra memoria a pesar del tiempo como es el caso de la señora Lynn. Lo anterior me recuerda una vieja historia acerca de un anciano que llevaba siempre una pequeña botella de aceite con él a donde fuera. Cuando oía que la puerta rechinaba el rociaba un poco de aceite sobre las bisagras, si el encontraba una puerta con un seguro difícil para abrir el usaba su aceite para lubricarla y suavizarla. Y así dedico su vida y su tiempo lubricando con su aceite los accesos a los más difíciles lugares; haciendo la ruta más fácil a todos aquellos que vendrían después de él.

La gente a su alrededor lo veían diferente extraño y hasta loco, pero él nunca renuncio a continuar haciendo lo que sentía y con frecuencia cuando su aceite escaseaba volvía a rellenar su botella. La misión de este anciano fue “lubricar y suavizar los mas oxidados y rechinantes lugares”.

En este mundo son muchas las vidas como la mía o quizás la tuya que hemos experimentado extremo dolor, y que por un tiempo resuenan o rechinan y que con el eco en sus corazones claman alivio y sanidad.

Es entonces cuando Dios envía a aquellos que ha preparado para una misión como la del anciano; para lubricar los corazones endurecidos por el dolor y el sufrimiento intenso, con el aceite de amor y compasión.

“Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con oleo de alegría más que a tus compañeros” Salmo 45.7

Esa es también la misión en nuestra vida una vez que hemos sido sanados por Dios y aprendemos a trascender en el viaje del dolor, y así como la del anciano, podemos cargar diariamente nuestra propia botella de aceite, e ir suavizando vidas, con el “aceite de alegría”.

Cuando untamos con “aceite de alegría” a otro, tal vez no alcanzamos a conocer el tamaño de la angustia y la desesperación que está en su corazón y tampoco como nuestras palabras de ánimo o de nuestro silencio lo pueden levantar, restaurar y brindar a su vez sanidad y alivio.

“Una palabra amable siempre será como un rayo que irradia la luz del sol sobre un corazón triste”

Todos tenemos la oportunidad de dejar una huella e impactar la vida de otros, no son las grandes predicaciones, talentos o dones, sino las muestras de amor que permanecen en nuestras memorias para siempre.

El aceite de bondad y misericordia siempre podrá suavizar los pestillos y las cerraduras de los más endurecidos corazones aun los que han sido oxidadas por pecado, Este aceite los dejara suaves y flexibles, listos y preparados para recibir la gracia redentora del Salvador.


Querido padre Celestial gracias por las personas que has colocado en mí camino en los momentos más difíciles de mi vida, y ayúdame a poder impactar la vida de otros y dejar una huella en sus corazones para siempre.


viernes, 4 de marzo de 2011

Enfrentando soledad durante el duelo

“Dios hace habitar en familia a los desamparados, saca a los cautivos a prosperidad; Mas los rebeldes habitan en tierra seca” Salmos 68.6


Una de las más dolorosas emociones que se experimentan durante el duelo es la soledad, y nuestro amado Jesucristo experimento el sentirse solitario, y en su tiempo de soledad acudió al Padre.

Nosotros podemos experimentar soledad, pero nunca estaremos solos porque Dios está con nosotros en cada momento y El puede transformar nuestra vida solitaria en caminos inimaginables.

Aunque enfrentar soledad nunca es confortable Dios puede brindarnos algo bueno fuera de esto, necesitamos reconocer cuando la soledad es asignada a nuestra vida y recibirla con las manos abiertas y descubrir la enseñanza que Dios tiene para mí.

Existen varios remedios para enfrentar la soledad; uno de ellos es involucrarse en un grupo de apoyo, muchas iglesias tienen grupos pequeños como ministerios para aliviar el dolor, y/o corregir hábitos o dependencias. Ser parte de un grupo de apoyo sobre duelo y perdida puede ser de gran ayuda en el proceso de sanidad.

El enfoque principal del grupo de apoyo, es ir un poco mas allá de mi proceso de duelo y compartir con otros sus propias historias, expresando con libertad emociones y sentimientos, apoyándose únicamente en la Palabra de Dios, la fuente principal de sabiduría, para obtener las herramientas necesarias para enfrentar las dificultades de la vida y continuar adelante a una nueva y abundante vida.

En mi vivencia personal, a los tres meses de la perdida de mis padres experimente ser parte de un grupo de apoyo, pensaba que el dolor que yo sentía nadie lo podía sentir, pero allí escuche a otras personas que tuvieron similares momentos a los míos, que habían sentido sus vidas destruidas por el dolor y la pérdida.

En el grupo alguien compartió haber perdido su esposo hacia más de tres años; otro su hijo hacia solo 9 meses; y uno más su padre hacia 5 años; entonces, fue cuando me di cuenta que Dios usa el grupo de apoyo para compartir, confortarnos y fortalecernos los unos a los otros, aunque en nuestro proceso de luto y perdida nos encontremos en diferentes etapas.

Otro remedio para la soledad es desarrollar talentos o habilidades, Dios siempre nos da una segunda oportunidad y una nueva vida a desarrollar también. Dios nos equipa con ciertos regalos para usarlos de ayuda para otros, trayendo gozo a otras vidas, pruebe nuevos talentos y deléitese en lo que Dios puede hacer a través de su vida para otros.

Escribir ha sido el talento que Dios me ha dado como regalo a mi vida durante mi proceso de duelo, realmente me inspira compartir experiencias, vivencias y ejemplos de otros que han comenzado el proceso mucho antes que yo, que me ayudan a celebrar mi recuperación y ser de apoyo y ayuda a otros que apenas están comenzando.

Uno de los más efectivos caminos a salir de la soledad, es alcanzar a otros quienes están heridos o en necesidad, llega el tiempo cuando tengo que limpiar mis propias lagrimas y parar de pensar en mi propia perdida y volcar mi mirada, hacia las necesidades de otros que tengo a mi alrededor, hacerlo realmente no es fácil, lo cual requiere tiempo para algunos pueden ser semanas, otros meses y para otros nos toma años aprenderlo. Ser tan simple como preparar galletas y compartirlas con el vecino o visitar a alguien en el hospital, escribir cartas de aliento y ánimo a otros que también han perdido sus seres amados, esta es una asombrosa terapia y no es únicamente contar mi propia historia, sino el compartir del amor de Dios a otros.
Querido Dios, se que las cosas nunca serán como antes, y aunque a veces experimento mucha soledad y vacio se que tu nunca me has abandonado, ayúdame a compartir con otros no solo mi historia sino también mi tiempo y mi vida.